Un día, un momento

Un día, un momento
María, la autora

jueves, 8 de abril de 2010

LOS JUEGOS, ACROBACIAS, REACCIONES

La nueva vida. En una casa nueva. Y había un sitio, llamado espacio verde común, donde estaban las hamacas, subibaja y un buen trecho de césped para el esparcimiento de los niños. Y ahí se dirigió Juan Pablo desde que llegamos. Y había muchos nenes y nenas que se hamacaban. Mi hijo avanzó, impasible. Y el borde de una hamaca casi le vuela un ojo. No dijimos nada, sabíamos que, la culpa había sido de él, de su "ignorar" al otro. Empezamos a tomar precauciones, más¿ qué hacer con este chico que, acostumbraba escapar, correr, y cómo! Nos turnamos en su cuidado. Pero, ya mi equipo se dispersaba. Roberto, en su plena adolescencia, sus amigos y los chicos del otro barrio, ya no estaban como antes. Los tiempos cambian, es verdad. Así es que, me convertí en el "único oficial a bordo" de una empresa algo inestable.Solíamos quedarnos hasta que se hacía bien de noche, para que Pablo tuviera libre acceso a los juegos.Y, entonces, volaba. Al aire, lanzada la hamaca, mi hijo parecía, realmente, volar.Y, arriba, en pleno vuelo, cambiaba de posición, se erguía, sentaba, soltaba el columpio, para quedar, unos instantes, aferrado a el sostén de fierro. Y, luego, volvía a tomarlo, y así, una y otra vez. Yo, única espectadora-eso creía-me "iba con él en su vuelo", sentía su disfrute, su sensación, la vivía.Una noche, me di cuenta-solía estar tan absorta-de que había varios chicos mirando.Y algunas personas grandes.Empecé:bueno, a esta hora, no molesta, sí? Y, entonces, me preguntaron que "dónde había aprendido, quién lo preparaba, etc." Ah, no, dije, él..sólo es, bueno, tiene un buen equilibrio. "Pero, porqué no se cae?" No lo sé-respondí, todos tenemos alguna habilidad-no muy convencida de esto último-. Al otro día, varios "emuladores"sufrieron algunas caídas.Y, empezaron las quejas.Venían a mi casa, los vecinos, y me espetaban que no iban a permitir que Pablo "incitara "a los niños a caerse.Que no lo dejara hamacarse más. Y, que, ún día él "también se iba a caer".No, pensé, no va a suceder eso. Quedamos en una nueva reunión con la psicóloga. Que no fué.María Esther se iba. A vivir a otra ciudad.Continuaré en otra entrada.

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