Un día, un momento

Un día, un momento
María, la autora

jueves, 6 de mayo de 2010

AÑO 2001

Regresamos a Concordia a los 20 días. Juan Pablo había tenido una pequeña crsis-en Ceibas-tuvimos que parar unos momentos. Estaba muy bien cuando llegamos a la casa. Tenía nueva medicación, y recomendaciones de asistencia por equipo interdisciplinario. Hablé con su Dr neurólogo.No hay nada, me dijo, estamos como siempre.A los pocos días, Pablo miraba por la ventana desde donde se ve un tramo de la carretera, la que llaman "el corredor" ya que va hacia el norte y a la inversa, hacia el sur. Me traía un bolso y unos zapatos de tacón-que él veía yo usaba para salir-. Se ponía insistente, señalando hacia la ventana desde donde a veces, se veía pasar a los buses de laraga distancia. Un día, le dije, qué es lo que vos querés? adónde querés ir? "Buenos Aires", dijo tranquilamente. Le dije que ya íbamos a venir-sorprendida por su clara dicción-.El pedido se repitió por unos días.Yo pensaba.Empezó a salir afuera. Miraba, escudriñaba el ambiente. Corría un poco, y volvía a entrar. Siempre había alguno de nosotros, vigilando.De vez en cuando, volvía a decir:Buenos Aires. Sí, Pablo-pensaba yo-Buenos Aires, pero a qué? adónde?. no podía creer que quisiera volver a la clínica.Hablé con el Dr.El me dijo que lo trajera, que dejara que lo volvieran a internar, para desde ahí, conseguir accediera a lugares donde pudieran asistirlo en forma integral. Eso, sí, me dijo, que sea trasladado en una UTI. Una ambulancia preparada-con médico a abordo y enfermero-para emergencias de todo tipo.Yo no terminaba de convencerme. Habían pasado casi dos meses, cuando una tarde Juan Pablo tuvo una crisis donde en minutos, teminó con casi todos los artefactos y enseres que teníamos.Quizás, el disparador fué que unos muchachos habían estado afuera, imitándolo, y riendo a carcajadas. Quizás fueron años de acumular vivencias desafortunadas. Y así, el día 2 de mayo del 2001, partimos-esta vez venía Cecilia-hacia esta ciudad. Fué un viaje sin incidentes. LLegamos temprano al Hospital.Desde allí, fuimos con él hacia la clínica. Y él entró, decidido, sonriendo.Como quien llega a donde tanto desea.Allá atrás quedaba la última escenaJuan Pablo y nosotras subiendo a la ambulancia, y desde los balcones, las ventanas, todo el vecindario mirando. Yo había musitado al partir: te prometo hijo que no vas a volver, salvo que vos lo decidas. A la semana yo estaba buscando-según nuestra idea-un Centro. Por internet. Al día siguiente de mi mail, me estaban llamando por teléfono. Había un Centro-hay- en Florida, Vicente López.Que trabaja sólo con autismo. Tuvimos una entrevista y empezamos las evaluaciones.Pablo atravesaba la autopista de ida y vuelta en ambulancia. La directora descubría potenciales en mi hijo, que, quizás, estuvieron siempre.

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