EL VIAJE.

Y el tren siguió su marcha. Y yo miraba cómo pasaban las calles, primero conocidas, luego ya no tanto. No sé en qué momento me dormí. Hacía tanto bien el ir sola! cuando desperté fué por una voz que anunciaba:se ruega a los señores pasajeros desembarcar. Y bajé. Y bajaron todos. Miré a mi alrededor, tratando de saber adónde estaba. Más, la gente pasaba sin verme. Yo me daba cuenta. Más, no sentí angustia. Estaba lejos, muy lejos. De casa. De lo conocido. De lo cotidiano. El lugar era una pequeña ciudad con sus tranquilas casas, sus tiendas, sus escuelas. Y el cielo era una mezcla de gris y azul claro. Y los árboles también estaban sin hojas. Como donde yo vivo. Y entonces, me di cuenta de que estaba mirando una parte de otros días. Míos. Que yo había vivido. Ya no sé si me quedé días u horas. Sólo que, al regresar, supe que volvería.