Un día, un momento

Un día, un momento
María, la autora

sábado, 28 de julio de 2012

POR LA VIDA

´Los días se volvieron lentos,iguales para mí todos, llegué a no distinguir el día de la noche.Sumida en una depresión profunda no tenía mucha conciencia de si hacía frío o calor, no comía, sólo líquidos o alguna fruta.Lo único que me devolvía a la realidad era cuando Roberto llegaba de la escuela.Jugábamos a la oca, y yo, como un niño, no quería que se acabara el juego, pues, ahí, con la mente ociosa, me asaltaban horribles pensamientos. Muerte. Tormentos imaginaba de tal manera que empezabba a temblar violentamente como si de verdad, me estuvieran aconteciendo.Ya no era miedo lomío, era un puro delirio de horrores. Sola, volvía a escuchar los gritos de los torturados_eso había sido en la Jefatura de Policía-y así, una y otra vez me sumergía en abismos de espanto. Cuando ya llevaba unos4 meses de embarazo, un día no me levanté más.Era el pensamiento"mágico" como lo llaman los siquiatras. Si me levantaba por acto de magia, aparecerían los milicos para abrirme la panza y sacarme el bebé.Sí que estaba mal!Estuve 1 mes así donde ya no dormía, paraecía un espectro, mi hijo me rogaba que me levante. Un día el Dr que venía diariamente a verme me anunció que no volvería.Si no me levantaba, no "vengo más"me dijo. Yo casi no hablaba pero, ahí me asaltó el pánico y le grité que no me dejara sola. Quedamos solos Roberto y yo. David se había cansado y ni siquiera entraba adonde yo estaba. Mi hijito me miraba. Y ahí, desperté. Aferrada a su manito, me fuí incorporando y de pronto caminaba por el pasillo.lo primero que hice fué bñarme aunque débil apenas sí me sostenía. Afuera había aire dulzón de flores en una primavera que me incitaba a a vivir.Al otro día lejos ya de ,los fantasamas y la cama que casi fué mi tumba, íbamos con mi hijo a comprar ropa, que ya mi vientre había desbordado las que tenía.También compré el diario. Tímidos esbozos en las noticias y columnas ya hacían esperanzar que la dictadura estaba llegando a su fin.Yo me aferré a ese hijo que estaba gestando y al otro y me sentí invulnerable.Una nueva fuierza que, en los años venideros fué mi mejor herramienta, había nacido en mí. Y le dimos para adelante. Igualmente, nos volvimos a mudar de nido. Porque no se podía bajar la guardia.

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