Un día, un momento

Un día, un momento
María, la autora

martes, 2 de diciembre de 2014

HIJO, YA DESPIERTA

 Y allí en las horas de la tarde, la solead, aunque llena de cantos de pájaros, escondidos entre la maraña verde, quería yo sentir tu presencia,escuchar tus pensamientos. Porque es ahí donde transcurre tu tiempo, aunque yo lo llame de otra manera. Y me quedé palpando el aire, entre mis manos, como el que busca oro,yo te  buscaba a ti. A tus días y tus noches. Sabés Juan Pablo, yo te tengo en todos tus estadíos, y veo correr a ese niño, y veo a tu furia, y tu pena, que nadie ve, y a veces llega hasta mí, como una suave lágrima del viento. Y de pronto-como me pasa ya a menudo-sentí el alma agobiada de tanto cariño que no puedo entregarte porque esas murallas que siempre están, no me dejan. Despierta hijo, canté junto con las aves. Despierta! quiero que mires con mis ojos que descubras la  vida que mereces tener. De pronto en la tarde, callaron los cantos y se instaló el silencio, parecía haber callado el mundo. Y junto a ese
portón recé entregándote el Ave María y el Padre Nuestro, salidos sinceros verdaderos, cada palabra dicha sintiéndola, y cada súplica hacia Dios para dejártela a ti como un manto que te cubra en esa soledad. Hasta mañana -te dije-y entonces, cansada, doblada por esas agujas de la pena que no quiere abandonarme, me marché. 

2 comentarios:

  1. Maria, me amociona hasta las lagrimas tu relato!..un abrazo

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  2. Es lo que sentí esa tarde, parada allí, en ese verdor que mitiga la angustia de los que viven allí. Y la mía.Gracias por entender Sofía Julia!

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