MIS HIJOS, ALEGRÍAS Y PESARES.

Entonces, ahí estaba ante un verdadero dilema. Aceptar, no, pedir que mi hijo fuera afiliado a la obra social del ejército. Pensaba tanto en esos días. Y no llegaba a nada. Mientras, Juan Pablo, nos seguía sorprendiendo. Por las tardes se juntaban chicos en mi casa, amiguitos de Roberto. El bebé estaba ahí y los chicos lo alzaban, lo mimaban. Más a él no parecía gustarle demasiado. En uno de esos días, molesto quizás por las caricias dijo: dejame en paz Toti. Quedamos parados, impactados. Luego intentamos repitiera lo dicho. Inútilmente. Esa fué su primera frase completa. El chico-Toti-era el que más empeño ponía. En que lo llamara, lo nombrara. No hubo más. Canela seguía siendo el principal contacto. Yo había llegado a la decisión de que David lo anotara en su obra social. Hablábamos de esto, hablamos durante años. Mientras Pablo crecía, realizaba "acrobacias" como aquella de trepar al techo de la casa en puntas de pie. O las veces en que me desperté de madrugada y al no encontrarlo me dirigí al patio. Y allí lo encontraba "bailando" una extraña danza ,desnudo en pleno invierno. Nos costaba mucho que aceptara la ropa. Parecía molestarle. Pasaron muchas cosas, nació Cecilia. Mi sol. Amé a esa niñita nada más verla. De esto y otros sucesos daré cuenta en otras entradas. El estudio neurológico. Y lo que significó.