Fatigado, el llanto, no quiere salir, convertirse en líquido que recorre el rostro y vuelve hacia el pecho, latente, ansioso, sin paz.Sería un alivio para mi torpe pena. Un premio que no merezco. Porque sigo golpeando puertas que no se abren. Sigo mirando sin ver lo que quizás, esté así de cerca. Mi Juan Pablo! solo, allá en esa casa del pánico.Disfrazada de una caridad de ...no, no voy a nombrar a Dios en vano. No voy a hacer lo que han hecho durante siglos tantos mercaderes de la Iglesia, de la pomposa y de las otras que han surgido como hongos alredededor. No estás en la casa de Dios. No está Dios por esos arrabales que no son campo ni ciudad. No.Ahora, ahora mismo estoy organizando la casa para traerte. Y si no sale
bien, lo habremos intentado. VAS A ESTAR AQUÍ EN CASA, CON LA PERSONA QUE TE AMA MÁS QUE NADIE. A TI Y A TU HERMOSA HERMANA.
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